Escondidos siempre fueron los besos.
Las caricias prohibidas, evitando miradas.
Roces discretos mientras todo nos temblaba.
Miradas de repaso que lo dijeron todo.
Carreras en la noche para llegar a la azotea.
Llantos del sentir que acompañaban la música.
Juegos en la entrepierna precedían mi orgasmo.
Todo fue, y habrá sido siempre.
Ana Pecado